
Gianny Lorens 💎 5⭐
#GiannyLorens #CDMX
• Diva: Gianny Lorens
• País de origen: Colombia
• Arancel: $3,000 MX 1 hora
• Servicio incluye: 2 relaciones durante la hora, besos,caricias, oral natural
• Lugar: City Lights
• Fecha: 12 de enero 2025 / 10:00 horas.
• Puntualidad: Exacta
• Reseña:
“Algunas experiencias son un secreto que quisieras guardar solo para ti…pero la tentación de compartirlas es demasiado fuerte”
Conocí a Gianny creo en alguna publicación del canal. No había muchas fotos de ella, y su cara se mostraba oculta; incluso su perfil en la boutique estaba desactivado. Toda esa incertidumbre, lejos de espantarme, despertó aún más mis ganas de conocerla. A veces, el misterio es parte del encanto, y Gianny sabía jugar con ese elemento a la perfección.
Además, mi debilidad son las colombianas, así que ¿qué podía salir mal? Le escribí, y desde el primer mensaje, su trato amable y directo disipó cualquier duda que pudiera tener. Me brindó toda la información y algunas fotos para conocerla mejor (aunque su rostro seguía sin mostrarse). Me comentó que solo iba a atender unos pocos días, ya que casi no se publica en CDMX. Su comunicación fue clara y profesional, lo que generó una primera buena impresión.
Finalmente, agendamos para el domingo por la mañana. Llegado el día, me dirigí al hotel, hice mi rutina de aseo como siempre y le compartí la foto de la llave de la habitación. Llegó incluso minutos antes de la hora pactada, mostrando profesionalismo y entusiasmo.
Cuando finalmente la vi, superó con creces cualquier expectativa que sus fotos habían dejado. Su presencia era magnética, con un rostro hermoso y una silueta que dejaba mucho a la imaginación. La imagen de ella entrando con ese vestido pequeño y sus curvas insinuantes quedó grabada en mi mente.
Nos sentamos en la cama y comenzamos a platicar de diversos temas y anécdotas. La conversación fluyó de manera natural, pero al cabo de un rato, ella se acercó con una sonrisa traviesa y me susurró que era momento de la acción. Sin dudarlo, la tomé suavemente de la cintura y comenzamos a besarnos. Sus labios eran increíblemente suaves, un contacto delicado que poco a poco se fue volviendo más intenso.
La acosté boca arriba, dejándome llevar por la química del momento. Continuamos con los besos, mientras mis manos recorrían con delicadeza su torso, sintiendo la calidez y tersura de su piel. Cuando mis labios alcanzaron su pecho, me encontré con una piel tan suave que provocaba el deseo de perderse en ella. Bajé lentamente su brasier, dejando al descubierto sus senos prominentes y suaves, coronados por unos pezones rosados que invitaban al placer.
Mientras la besaba, presionaba suavemente su intimidad con mi pierna, provocándola aún más. Sentía cómo su cuerpo respondía a cada estímulo, lo que me motivaba a continuar explorándola. Deslicé mis labios desde sus senos hasta su vientre, descendiendo con caricias sutiles hasta llegar a su zona más íntima. Comencé besando con suavidad alrededor de su vulva, dejando que mi lengua jugara con cada rincón, aumentando la intensidad poco a poco.
Con un movimiento firme, aparté suavemente su prenda íntima y me encontré con una visión deliciosa: una vagina rosada y provocativa, un deleite para la vista y el deseo. Al saborearla por primera vez, su aroma y la calidez de su piel hicieron que el momento se intensificara. Cada beso, cada succión, cada movimiento de mi lengua se volvió una mezcla de placer y deseo.
Es de esas veces en las que te encuentras con un manjar tan exquisito que podrías perderte en él sin darte cuenta del tiempo, dejando que la lengua y los labios se entumezcan mientras disfrutas cada reacción de su cuerpo, cada gemido contenido, cada mirada que confirmaba cuánto estaba disfrutando.
Después, la volteé boca arriba, pasando ahora a la posición de misionero. La penetré lentamente mientras nuestros labios se encontraban en besos profundos y húmedos. Su piel se sentía ardiente bajo mis manos mientras recorría su cuerpo, succionando sus pezones y masajeando su pecho. Subí hasta su cuello y lo presioné con suavidad mientras mis embestidas seguían el compás de la música de fondo. Me apoyé con mis puños sobre la cama, dándole espacio para mover sus caderas desde abajo, acariciando mi miembro con su interior y apretándome con cada movimiento.
Después de un buen rato en esa intensidad, me incorporé para tomar un descanso. Bebimos un poco de agua y me quité el preservativo, pensando en relajarnos por unos minutos, pero ella tenía otras intenciones. Se acercó al filo de la cama y me pidió que me acercara también. Sin dudarlo, tomó mi miembro con ambas manos y empezó a estimularlo nuevamente
La volteé suavemente, ansioso por disfrutarla desde un ángulo más dominante. Levanté ligeramente sus curvas, posicionándola en la postura perfecta para admirarla y devorarla por completo. Mientras con una mano sujetaba y apretaba una de sus nalgas, con la otra las separaba delicadamente, abriéndome paso para recorrer con mi lengua cada rincón de su intimidad.
Comencé a jugar con mi lengua en círculos, recorriendo cada pliegue de su piel con lentitud, disfrutando de la suavidad de su piel y el calor de su cuerpo. Lamía de abajo hacia arriba, alternando besos y suaves succiones en sus nalgas hasta regresar a su rincón más íntimo. Bajé aún más, permitiéndome un recorrido completo desde su clítoris hasta su entrada trasera, degustando cada parte de su piel con devoción. La combinación de su aroma y sus reacciones me tenía completamente excitado, un deleite que solo podía intensificarse.
Sin poder contener más el deseo, comencé a dar pequeñas estocadas con mi lengua en su ano y su vagina, explorándola sin restricciones. Sus suspiros y movimientos me confirmaban que estaba disfrutando tanto como yo. La sensación de tener semejante manjar frente a mí era intoxicante, y no quise detenerme hasta sentir que ella estaba completamente entregada al placer.
Después de un buen rato explorándola, me recosté boca arriba y le di la oportunidad de tomar el control. Con una mirada traviesa, se inclinó sobre mí y comenzó a saborear mi miembro, iniciando con lamidas suaves que recorrían toda su extensión. Poco a poco, lo introdujo en su boca con destreza, alternando entre succión y caricias con su lengua. Su habilidad para jugar con el glande con movimientos precisos me generó un cosquilleo exquisito, un placer que me hizo gemir de satisfacción
Queriendo intensificar aún más la experiencia, le pedí que elevara sus piernas y colocara su intimidad sobre mi rostro, entrando así en una posición de 69. Desde allí, pude seguir devorándola mientras ella hacía lo propio con mi miembro. La combinación de sensaciones, el calor de su piel sobre mi boca y la humedad de su lengua en mi falo creaban una sinfonía perfecta de placer compartido.
A medida que la intensidad aumentaba, mi deseo de estar dentro de ella se hacía incontenible. Con la misma sensualidad, tomó el preservativo y lo colocó con destreza antes de subirse encima de mí en posición de vaquerita. Desde abajo, observaba cada uno de sus movimientos, disfrutando cómo su cuerpo se entregaba al ritmo del placer. Nuestros labios se encontraron de nuevo mientras sus caderas se movían con precisión.
Apreté suavemente su cintura, guiándola en un vaivén donde nuestros cuerpos se complementaban a la perfección. La estimulaba con mi pulgar sobre su clítoris mientras ella gemía sobre mí, inclinándose de vez en cuando para acercarse, permitiéndome tomar sus caderas y moverlas contra mí con más intensidad. No podía evitar apretar sus nalgas y nalguearlas suavemente, disfrutando de la mezcla perfecta entre sensualidad y pasión descontrolada.
Cambiamos a una posición más intensa, apoyada en la cama en una postura felina. Desde mi perspectiva, podía apreciar el movimiento hipnótico de sus curvas sobre mi pelvis. Tomé sus caderas con firmeza y las empujé contra mí, aumentando el ritmo, mientras me erguía aún más para disfrutar de una vista panorámica de la escena. Desde esa posición, todo lucía provocativamente rosado, un espectáculo que me encendía aún más. Su cabello largo caía con naturalidad sobre su espalda, dándole un aire aún más sensual y tentador. Me excitó aún más ver el deseo en sus ojos, notar cómo su cuerpo aún quería más.
Mientras lo acariciaba y masajeaba con sus senos, mi erección volvió con fuerza. Se veía tan provocativa mientras jugaba con él, que no pude evitar acomodar su cabello para ver claramente cómo mi falo desaparecía en su boca. Su lengua y sus labios se deslizaban con destreza, alternando succiones y caricias húmedas. Me colocó un nuevo preservativo y, esta vez, se giró en posición de perrito al filo de la cama. Desde esa postura, la penetración era aún más profunda y rítmica, sentí como si estuviéramos en una batalla de resistencia para ver quién terminaba primero.
Me deleitaba al verla arquearse con cada embestida, al tiempo que alternaba el ritmo sacando mi miembro y volviéndolo a introducir en movimientos controlados y precisos, como si fueran estocadas bien dirigidas. Acariciaba su trasero en forma de corazón, y a medida que la intensidad aumentaba, sentía cómo mis testículos golpeaban suavemente contra ella, añadiendo más sensaciones a la experiencia.
Para finalizar con un deleite visual, me recosté en la cama y ella se subió en vaquerita invertida, dejándome una vista inmejorable de su cuerpo en movimiento. Ver ese corazón perfecto rebotar sobre mí era un orgasmo visual en sí mismo. Se movía con maestría, sus caderas subían y bajaban al ritmo del placer, mientras yo acariciaba sus curvas y deslizaba mi dedo pulgar en círculos alrededor de su entrada trasera, provocándola aún más.
Al concluir esa posición, ella deslizó el preservativo con sensualidad y se dispuso a finalizar con una faena oral memorable. Mi piel ya estaba sensible por toda la sesión, lo que amplificaba cada caricia de su lengua sobre mi glande. Jugaba con él, alternando succiones y movimientos de su mano que estimulaban todo mi tronco, dándome la sensación de estar con una auténtica experta en el arte del placer.
Finalmente, tomamos un descanso, nos duchamos juntos y nos cambiamos. En el elevador, nos despedimos con un beso efusivo, dejando la puerta abierta para una segunda oportunidad.
Gianny es una joya escondida. Recomendarla o no es un dilema: por un lado, es el tipo de experiencia que te gustaría mantener en secreto para poder disfrutarla sin restricciones; por otro, es imposible no reconocer que su entrega y la intensidad de la sesión hacen que valga la pena compartir su nombre. En una sola hora, logramos tanto que apenas hubo tiempo para descansar.
Hay cuerpos que se admiran y otros que se devoran. Gianny pertenece a los dos mundos.