Dalila llevaba tiempo en mi lista, pero por cuestiones de horario nunca habíamos podido coincidir. Así que cuando finalmente me confirmó que estaría disponible, no dudé en agendar un encuentro con ella.

El día llegó, y la emoción me invadía. Después de tantos intentos fallidos, al fin la conocería. Sin embargo, mi suerte jugó en mi contra: un camión sufrió un accidente justo enfrente del motel, retrasando mi llegada. Nervioso, le mandé un mensaje explicándole la situación, temiendo que cancelara, pero para mi alivio, lo entendió sin problema.

Al llegar, le avisé y, en cuestión de minutos, apareció en la habitación. Tal cual sus fotos: un vestido corto resaltaba su espectacular figura. Se acercó con una sonrisa y me dio un rico beso. En ese instante supe que el encuentro sería increíble. Algo que me encantó de ella fue su voz de niña buena, combinada con su acento colombiano, una mezcla que me prendió al instante.

Pusimos algo de música mientras los besos y caricias subían de intensidad. Deslicé su vestido hacia abajo para besar sus pechos, y entre risas me dijo: "Lo que le hagas a una, también se lo tienes que hacer a la otra, porque es celosa".

Luego, quedó en tanguita y comenzó un oral espectacular. Su lengua trabajaba con maestría, pero lo mejor de todo fueron sus gemidos, que se mantuvieron a lo largo del encuentro.

Después de un rato de placer mutuo, la puse en cuatro, necesitaba sentirla ya. La imagen de tenerla así frente a mí fue simplemente brutal. Nos entregamos con intensidad y, de no ser por mi falta de cardio, habría seguido por más tiempo sin parar. Luego cambiamos de posición, ella sobre mí, un deleite verla así: su cuerpo, sus expresiones, sus gemidos… un verdadero espectáculo.

Tras el primer round, me di un baño rápido y, al ver que aún teníamos tiempo, decidimos ir por el segundo. En la posición de "perrito atropellado" su figura se veía impresionante. Estuve dándole con todo durante diez minutos hasta que el cansancio me hizo cambiar a vaquera invertida. Fue ahí donde terminé nuevamente.

Al final, se quedó unos minutos más de la hora, lo cual me pareció un gran detalle de su parte. Le di su regalito y nos despedimos con buena vibra.

Conclusión: Un servicio bastante completo, sin necesidad de extras. Si tienen la oportunidad, deberían probar. Además, es una chica súper relajada y con excelente actitud. Hubo un momento curioso en el que recordamos que era Miércoles de Ceniza mientras me hacía un oral. En cuanto lo mencioné, ella se rió y, sin perder el ritmo, se persignó con mi pichula. Me sacó una carcajada y terminó de ganarse mi simpatía.

Definitivamente repetiría, y ojalá nuestras agendas vuelvan a coincidir.

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Dalila sigue manteniéndose en el top nacional. El balance perfecto entre belleza y servicio. Adicional ese culazo casi perfecto solo nos hace salivar y soñar con el.

#PerfectamenteBalanceado